Lo que venga en el amor

Silvana pensando.        Imagen: Google
La etapa escolar, especialmente la secundaria, es una pelea por la búsqueda del quién soy y dónde me encuentro. Sin embargo, una vez que eso pasa, tus relaciones y tu vida se direccionan. Eso les pasó a Silvana y Matías. Ellos se enamoraron justo en esa etapa gris de cielo limeño, que se convertía en un paso de calidez. Desde el primer momento que ellos cruzaron palabras, se vio que su destino era estar juntos por un largo rato. Ellos no fueron su primer amor. Lo que los llevo a poder manejar, un poco, mejor su relación. Sus compañeros siempre decían que eran la pareja perfecta, que se veían lindos juntos y que no hay miradas más tenebrosamente dulces que la de ellos cada vez que se observan o se piensan uno al otro. Sus ganas de tener una historia única y propia nació en sus mentes desde que él se le declaró tan desesperadamente en la esquina de su casa, para no pasar un segundo adicional sin ser algo más que un simple mejor amigo. Que si no lo hubiera hecho, su posición nunca hubiera cambiado. Fueron la pareja de promoción que todos anhelaban ser. Ellos estaban felices y se mantuvieron así hasta que… Todo a su momento.
La universidad es como los juegos del hambre de la vida profesional, matando a todo aquel que te estorbe para lograr el objetivo del trabajo deseado. Para nuestros protagonistas fue tan solo una etapa más de aprendizaje sobre personas y materias que a cada uno le atrajo. Él con la economía y ella con la ingeniería. No obstante, ellos seguían teniendo algo en común, el uno al otro. Se amaban aún más. Ya habían pasado por varias discusiones, que no hacían más que fortalecer su relación tan viva. Ninguno dudaba de su profesión ni de su relación. En ambos ámbitos, ellos habían logrado unos buenos cimientos, para algún temblor, y un buen techo, para alguna tormenta. Sus amigos de ambas facultades se preguntaban con frecuencia que sería de la vida de Silvana y de Matías el día que ellos decidieran formalizarse, pues no pensaban que un par de chicos podían estar tan enamorados.
Desde su viaje de promoción de colegio, ellos aprendieron que su pasión como pareja iba a estar en realizar travesías por todo el Perú y que lo tenían que conocer juntos. La universidad fue testigo de eso. Ellos se fueron a todos los rincones del país. Pasaron por Cuzco, que les dio las energías positivas para concentrarse en su relación; luego por Tarapoto, lugar el cual fue observador de momentos muy acalorados que provocaron más de un susto por uno que otro retraso que Silvana tenía en su etapa de irregularidades; y la ruta del norte, Trujillo, Chiclayo, Piura y Tumbes, conjunto de playas y de culturas pre incas que les impresionaron y adoraron.
Ellos estaban tan felices por tener una relación casi perfecta. “Nada es perfecto en esta vida”, decían. Sus graduaciones como economista e ingeniera fueron espectaculares y cada uno ya se residía en un trabajo de los que ahora llamamos estables. Cada uno con un contrato que se renueva cada seis meses, vacaciones cada año y un sueldo que dobla el mínimo. Lo suficiente para poder hacer lo que ellos querían. Ellos estaban felices, pero Silvana recibe una desafortunada noticia. Una noticia que ella misma pudo comprobar con sus ojos de impotencia después de nueve años de relación. Matías la engañaba con otra chica. Y no es que haya sido algo pasajero, como un beso inapropiado o símil. Él estaba saliendo con Norma, una ex compañera universitaria de Matías, desde hace tres meses. Silvana analizaba, desde su triste y pensativa habitación, como él le pudo haber hecho algo tan feo como es matar una relación tan sólida como la que se decían tener.
Silvana no dijo palabra alguna de su hallazgo. Ella no quería decir algo hasta que el propio Matías tuviera valentía para contar lo ocurrido. No quería llegar al punto de ser una pobre victima más de las circunstancias. Así que espero. Siguió como si la herida no estuviera desangrandola de dolor absoluto en su corazón.
Ella no sabía qué hacer. Deambulaba como perdida en procesión. Por su mente pasaron las ideas más oportunas que una persona traicionada en el amor pueda tener. Entre ellas, la de dejar esta vida. Dejar todo en el pasado y encontrarse con una luz de paz que anhelaba tanto en ese momento. Cuando Matías se enteró del descubrimiento de su traición, él fue a pedir perdón. Fue muy tarde, una soga colgando del techo había decidido que ella ya se había ido.

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