Alumno 3: El Mocho

Imagen: Google Imágenes
Ahora toca escribir sobre el "Mocho". Lo acepto, dije que todos tenían un nombre de animal, pero no me había acordado de que este alumno no tenía el sobrenombre de uno. No obstante, al buscar una imagen para la entrada, me topé con la sorpresa que el apodo sí hace referencia a un espécimen. Y con esto vamos a empezar a hablar del tercer alumno.

Me acuerdo de él en primer grado de primaria. Él dice que  en segundo se cambió de colegio, pero no recuerdo muy bien esas épocas (entiendan, ya pasó muchos años). Tantos compañeros que han ido y venido, él se quedó hasta el final. No puedo decir que fue él uno de mis mejores amigos, pero en un salón de 20 que tenía sólo siete varones, no se podía ser muy selectivo. Hasta ahora es un placer compartir palabras con él. Además, él es uno de esos compañeros que siempre te va a ayudar en lo que él pueda.

Creo que debí haber empezado escribiendo sobre el alias que tenía. Este apodo no nace por haber alguna falta de ciertas extremidades, sino sobre su miembro viril. A ciencia cierta, casi nadie sabe el tamaño de dicho órgano anexo a él, pero de cierta forma obtuvo ese apodo por rumores de una escasez de longitud en esa zona. Sé que puede sonar grotesco o gracioso (depende de ustedes), pero es la razón del apodo y es es el fin de esta entrada que ustedes lo sepan.

Este alumno es un gran cantante. Como parte de mi sinceridad, tengo que decir que tiene un gran camino que le falta recorrer, pero está andando con buena velocidad. Siempre es un excelente momento escucharlo un rato. En las actividades del colegio, él era el que los aplausos se llevaba cuando de talento se hablaba. En muchos casos he dicho que yo siempre he perdido plata por no ser el "manager" de muchos de mis compañeros, y él no es la excepción. Si lo hubiera explotado, ahora no estuviera preocupado por la pensión de la universidad.

Su búsqueda por tener una buena apariencia, ha llevado que muchos lo llamemos metrosexual (no estábamos tan errados). No era el único. Muchos de los chicos priorizaron su apariencia. Lo bueno es que no llegó al exceso de un próximo alumno, ya que este último se demoraba, sin exagerar, 15 min para arreglarse una ceja. El Mocho tenía un dilema con su cabello, no podías atreverte a poner un dedo a uno de sus trinches. Tenía el pelo parado y no se podía bajarlo, siempre y cuando no le pongas una gorra por día y medio.

Era uno de los bromistas del salón. Aunque solía ser insolente en ocasiones, una de sus bromas podía romper con un silencio incomodo o una situación de tensión. Su inoportunidad fue una de sus características y esto fue lo que produjo sus más grandes chistes en la época de colegio. No me acuerdo cuáles fueron dichas, pero sí que no parábamos de reír.

Quiero terminar esta entrada comentando que me alegra que mis compañeros de colegio estén yendo por un buen camino. Y me alegra que el alumno 3 no pierda la visión de su futuro. Mil éxitos para él.

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