El egoista puro
Esta entrada está escrita por la señorita Rebeca Chipayo, una nueva bloggera. Aunque es de Wordpress, me gusta que más personas escriban y contribuyan con sus ideas a internet. "Shaitan Blog" es el nombre de su blog de mi compañera universitaria, y de "Filonymous", y esta es la entrada que dedicó para Cosas Varyadas y la primera de su blog. Espero que les guste. Y aunque esto suene repetitivo la introducción de la entrada de Renato, pero es la misma situación.
Hace una horas me encontraba con un amigo conversando sobre temas triviales hasta que llego la pregunta que todo el mundo se hace a solo menos de un mes de las elecciones: “¿Ya decidiste por quien votar?”. Al principio pensé que nos pondríamos a analizar cada candidato hasta cansarnos y terminar con un “nada es perfecto pero debemos votar con el que este más acorde con nuestras ideas”, la típica charla casual que haces con un amigo (no el “amigo” que es idiota y habla estupidez y media cada vez que abre la boca, sino el amigo con el que puedes hablar desde política internacional hasta cualquier idiotez que se te pase en la cabeza mientras fumas un porro y/o toman hasta desmadrarse) cuando utilizas el transporte público; sin embargo, nunca espere que me hiciera una pregunta que me dejara en blanco: “¿No crees que somos egoístas al intentar imponer nuestra opinión para que las personas no voten por un candidato?”. Y si, efectivamente es egoísmo puro el hecho de decirle a una persona que no debe votar por x candidato por el simple hecho de querer que nuestra opinión sea única y verdadera a comparación de las otras.
Pero dejando de lado el ámbito político, ¿el hombre siempre a sido egoísta? Por supuesto que si, lo que mueve este putrefacto mundo es el egoísmo de un ser que necesita poseer todo de todas las maneras posibles para estar satisfecho. Los humanos somos seres asquerosos, seres que no les importa dañar a otros por obtener lo que nos da placer momentáneo para poder sentirnos bien con nosotros mismos al menos un segundo antes de volver a buscar con desesperación otra cosa que poseer. Somos tan repulsivos que pensamos que la felicidad es placer y mientras lo obtengamos seremos capaces de sentirnos realizados; no obstante, nuestra capacidad para comprender la felicidad no debe reducirse a las efímeras limitaciones del placer, debemos someternos a un riguroso proceso de conocernos de tal manera en que podamos decir con firmeza: “Esto me hace feliz” y mandar al carajo a quien quiera decirte lo contrario. Puede ser una persona, dinero, éxito académico que sé yo, pero mientras no encuentres que te pueda dar el derecho de ser egoísta en toda su extensión, no puedes decir que eres feliz.
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